La Carga de Ver Diferente: Una conversación íntima entre dos sanitarias

LO QUE OCURRE EN NUESTRAS HORAS OSCURAS, TRAS LAS PUERTAS DE LAS CONSULTAS, MIENTRAS LOS DEMÁS DESCANSAN Y LOS EXTRAÑOS CONTINUAMOS BUSCANDO LA FÓRMULA MÁGICA.

Clara: Marta, corazón, solo puedo abrazarte y decirte que te comprendo perfectamente. Es mi guerra diaria, así que ¿cómo no comprenderte? Es una guerra diaria que va muy de la mano con la que vives tú… y es: tener una mirada diferente. Pero no te enfades, porque enfadarse es ego.

No es un ego malo… pero es ese ego de: ¿cómo puede ser que no quieran escuchar lo que tengo para decirles, ¡a mí! ¡Con lo dificil que ha sido transitar el camino para ser y tener esta información, que puede cambiar la forma de vivir de mucha gente!

Clara: (Risas) Y es verdad, pero ese es tu camino.

Clara: Y si a ti te ha costado sudor y lágrimas llegar a donde estás y ver las cosas de manera diferente, imagínate a unos padres “más tradicionales en su mirada”, que nunca han tenido problemas y no han tenido que plantearse nada, y que ahora, que empiezan a tenerlos, tienen la cabeza cansada, con las hormonas alteradas y un sistema emocional luchando por sobrevivir.

¡Es imposible!

Clara: Además, tienes que entender algo importante:

En estos momentos conviven dos tipos de mirada, dos tipos de medicina o enfoque sanitario.
Una, oficial, caduca, pero que por la creencia y la inercia que lleva por el tiempo que sí ha funcionado, tardará mucho en desaparecer (cuando los escenarios y las patologías eran otras).
Y otra, mal llamada “alternativa”, con nuevas miradas, que tardará mucho en hacerse un hueco decente porque tiene que romper estructuras y generaciones.
Y ahora mismo conviven.

Clara: Los padres pueden encontrarse perdidos en medio de dos personas que les dicen cosas diferentes para un mismo tema. Pero quizás no están en el momento adecuado para entender por qué sucede esto.

Y tienes que entender también que puede que el medicamento que les han recetado les vaya bien, y de momento calme las aguas, y para esa familia sea suficiente.

Clara: Tienes que entender que la diferencia está en que son simplemente dos formas distintas de querer hacer lo mismo: ayudar a esa familia. Pero una forma tratará el síntoma actual y más adelante ya veremos qué pasa… falta mucho; y la otra mirada quiere tratar la causa.

«Pero eso, para muchos padres muchas veces es dificil entenderlo de primeras»

Y quería aclararte también que no es cuestión de que se lo digas tú o se lo diga yo… normalmente, si no son padres que ya tienen la sospecha de que el enfoque en salud debe ser diferente, la tendencia natural siempre será dejarse arrastrar por lo más oficial y más conocido, porque es su zona segura, en esos momentos agudos.

Clara: Y da igual que el enfoque alternativo se lo dé la osteópata o una pediatra.

Eso tiene que entrarte en la cabeza, que a mí me ha quitado el sueño muchas noches y la calma muchos días.

Clara: Y otro motivo por el cual esto es así es que siento que es que la gente quiere hacer las cosas diferentes, pero veo que no están preparados, ni pueden sostener lo que eso implica.

O sea: tiempo, dinero, emociones (hay que sostener los comentarios gratuitos de alrededor en un momento en que sus emociones no les permiten ni saber como mantenerse a flote, etc.).

Clara: Y digo tiempo porque, por ejemplo, será más lento ir solucionando lo que le sucede y su causa con nuestra mirada que con un medicamento (que si les funciona, les puede funcionar rápido). Independientemente de que en uno estés tratando la causa y en otro no, a ellos en ese momento les resultad indiferente, quieren una solución ya. El sufrimiento no es buen compañero de viaje.

Clara: Y esfuerzo, lo mismo te digo, imagínate que el origen del síntoma es la lengua… tú ya sabes lo que es, más esfuerzo que un medicamento.

Clara: Por lo tanto, siento que tienes que hacer el mismo trabajo que yo: llenarte de tu mirada, pero aprender a estar satisfecha solo con explicarlo, plantar la semilla… y veremos qué fruto llega a dar algún día. Y si te encuentras con alguna familia que quiera recoger la semilla antes: enhorabuena.

Clara: Y por lo tanto no intentes convencer de tu mirada a nadie (sé que no intentas convencer, es una forma de decirlo, porque a mí me pasa igual y lo sé: es como esa gana de que vean un camino que tú ya ves). Pero siento que el ser humano solo se abre después de tener suficientes experiencias negativas, si no, no hay cambio ni está presente la disposición para aumentar esfuerzos a una vida que ya es un esfuerzo (de tiempo, esfuerzo, romper creencias).

Y esas “suficientes experiencias negativas” solo se dan viviéndolas y con tiempo. Y en el camino es donde se encuentran con personas como nosotras que tenemos que aprender a sostenerlo y a creer que quizás les diremos alguna frase que quizás se les quede y que algún día vayan a rescatarla.

 

Esta carta expresa un profundo sentimiento de empatía y comprensión hacia alguien que enfrenta la dificultad de tener una "mirada diferente" en un campo tan delicado como la salud, especialmente en la pediatría. La carta no solo reconoce el esfuerzo personal y profesional que implica sostener una perspectiva alternativa en un contexto dominado por enfoques tradicionales, sino que también aborda el conflicto interno y externo que surge cuando estas perspectivas colisionan.

La carta es una conversación sincera y cercana, donde se comparte un sentimiento. Se hace referencia a un ego que surge de la frustración de no ser comprendida o de no ser creída a pesar del esfuerzo y dedicación invertidos para llegar a esa posición. Este ego no es negativo, pero sí es un obstáculo para la paz interior. La remitente, Marta, comparte su propia experiencia y cómo ha lidiado con estos sentimientos, haciendo un llamado a la comprensión profunda del proceso en el que se encuentran tanto los profesionales de salud como las familias que atienden.

Un aspecto clave del mensaje es la distinción entre dos formas de ver la medicina: la tradicional, "oficial", que aunque caduca, sigue siendo dominante por la inercia de su historia, y la alternativa, que aunque más alineada con nuevas comprensiones de la salud, aún lucha por hacerse un espacio. Esta coexistencia de enfoques puede generar confusión en los padres, quienes a menudo se sienten atrapados entre dos mundos sin saber cuál elegir, especialmente en momentos de crisis.

Clara subraya que, para muchos padres, seguir el enfoque tradicional puede ser la opción más sencilla, incluso si solo se están tratando los síntomas y no las causas subyacentes. Esto se debe a que la medicina mal conocida como "alternativa", quizás sería más sensato conocerla de forma general como "integrativa", aunque potencialmente más efectiva a largo plazo, requiere más tiempo, esfuerzo, y un cambio profundo de mentalidad, algo para lo cual muchas familias no están preparadas, ni emocional ni logísticamente.

Por lo tanto, el mensaje central de la carta es la necesidad de ser paciente y comprensiva, de plantar semillas de conocimiento sin esperar resultados inmediatos. Clara insta a Marta a no intentar convencer a nadie, sino a aceptar que las personas solo cambian después de acumular suficientes experiencias que les obligan a replantearse sus creencias y hábitos. Es en ese momento cuando pueden estar abiertos a nuevas perspectivas, y es allí donde los profesionales como ellas tienen un papel crucial: acompañar, sostener y, en ocasiones, dejar una frase o un consejo que, en el futuro, podría hacer la diferencia.

En resumen, la carta es un recordatorio de la importancia de la paciencia, la empatía y la aceptación en el camino de quienes eligen una mirada diferente en la salud. Es una reflexión sobre la complejidad de cambiar paradigmas y la necesidad de entender que cada persona y cada familia está en su propio proceso, y que el papel del profesional no es forzar un cambio, sino acompañar y sembrar, dejando que el tiempo y las experiencias hagan el resto.

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